Blog de Alfonso Roldán Panadero

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En las fronteras hay vida y tuve la suerte de nacer en la frontera que une el verano y el otoño, un 22 de septiembre, casi 23 de un cercano 1965. En la infancia me planteé ser torero, bombero (no bombero torero), futbolista (porque implicaba hacer muchas carreras), cura (porque se dedicaban a vagar por la vida y no sabía lo de la castidad...) Luego, me planteé ser detective privado, pero en realidad lo que me gustaba era ser actor. Por todo ello, acabé haciéndome periodista. Y ahí ando, juntando palabras. Eso sí, perplejo por la evolución o involución de esta profesión. Alfonso Mauricio Roldán Panadero

jueves, 2 de abril de 2009

El pis y la huelga de Metro / Facebook, los obispos y el aborto

Yo no me podía imaginar que, cuando hace unas semanas, me dieron fecha 1 de abril para una analítica que incluía análisis de orina, la plantilla del Metro de Madrid iba a secundar en pleno una huelga.

Ahora es todo mucho más aséptico con esos tubitos que te dan herméticamente cerrados. No como antes, que echabas el pis en un frasco de Nescafé y luego te decía el médico que a quién se le ocurre tomar más de una docena de cafés diarios. Y te prohibían terminantemente la cafeína. Los que echaban el pis en un tarro de Nescafé, pero descafeinado, no tenían problema.

La cuestión es que salgo de casa con el frasquito del pis sin saber muy bien donde guardarlo porque, no sé muy bien por qué, da la impresión de que el frasquito se va a abrir y a llenarlo todo del amarillo líquido matinal. Al final, lo metes en una bolsita de plástico, aunque en caso de accidente la bolsita no solucione nada.

Intento buscar un sitio en que el frasquito vaya de pie con el tapón hacia arriba y, cuando entro en el Metro, millones de personas en el andén me hacen caer en la cuenta de la huelga. Indudablemente el frasquito corre serio peligro. En el Metro los espacios propios son distintos a los que hay en un ascensor. De hecho, en el Metro, con huelga, no existen espacios propios.

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Decido pues sacar el frasquito del pis y llevarlo disimuladamente en el bolsillo sujeto con la mano. Pero, con el calor y el barullo, el frasquito se escurre y cae al suelo rodando camino de la vía, hacia donde me lanzo sin ningún ánimo suicida. Con más reflejos, una joven de pantalón ajustado, camiseta ajustada y gran corazón detiene con la punta de su zapato de aguja el frasquito. Lo coge, me mira, me sonrojo, me lo da, lo agradezco y me dirijo a la otra punta del andén.

Llega el tren, entramos como auténticos animales al vagón. Los empujones se mezclan con los pisotones y, el tarrito de mi pis, entiendo que corre serio peligro. Lo saco y lo coloco por encima de las cabezas del personal, que me empieza a mirar raro. Las estaciones se suceden, unos salen, otros entran y, a pesar de las apreturas, el tarrito del pis logra que mi espacio vital vaya aumentando.

Llego a mi estación y…, ocho guardias de seguridad se abalanzan sobre mi, exigiendo que les de el tarrito del pis. Se comunican por radio: "Tenemos al sospechoso de la sustancia". Y yo, "oiga que las sustancia es pis. Mi pis". Me requisan la "sustancia sospechosa". Aparece un segurata nuevo con un perro enorme que se pone a olisquear mi pis. Y, a pesar de lo educados que son estos animales, levanta la pierna y echa un pis encima del frasquito de mi pis. Los seguratas alucinan y yo me mareo porque estoy en ayunas.

Me recoge un Samur o, un Summa, no lo sé, y me llevan, curiosamente, a donde iba a realizarme la analítica. Pierdo el sentido durante un par de horas y…, una doctora… ¡Dios mio!, la joven del pantalón ajustado que recuperó mi frasquito en el andén, es ahora una doctora con una bata ajustada, varios botones desabrochados y un fonendo colgando de su cuello. Me mira y me pregunta si el frasquito que tenía entre sus manos, ahora vacío pero con mi nombre y mis datos, era el de mi pis. Lo afirmo. Me mira y me espeta al oído, "pero que perro eressss". Y dejó en mi mano su tarjeta, con su teléfono y su dirección. Me asustó, que soy asustadizo, pero al recibir el alta la llamé. El resto, es parte de mi intimidad. Pero, gracias sindicatos por esta exitosa huelga.

Aunque para éxito, el que está teniendo la campaña del lince de los obispos y el aborto. Que en facebook ya hay un grupo en el que se están colgando carteles alternativos del tipo el que me están enviando amigos y amigas por doquier.

El grupo de facebook se argumenta con el siguiente texto, y lo cito:

"La campaña publicitaria lanzada por la Conferencia Episcopal en contra del aborto es indignante, tanto desde un punto de vista moral y ético, como desde un punto de vista conceptual publicitario:

- ¿Qué tiene que ver la interrupción del embarazo dentro del plazo legal, con la vida de un bebé de cerca de 1 año que sale en la imagen?

- ¿Qué absurda similitud se le puede encontrar con la protección de una especie en vías de extinción como el lince ibérico? Además, el cachorro de lince no es ibérico, sino un lince euroasiático o boreal, según han confirmado a Efe científicos del programa para la conservación del lince ibérico.

- 8 Millones de dípticos más 1.300 vallas publicitarias, más 30.000 carteles: una millonada ¿Y no aclararan si hay parte de financiación con dinero público?

Estoy a favor del respeto y que cada cual defienda sus creencias e incluso las divulgue. Pero por favor, ¡un poco de ética y rigor en las campañas de esta envergadura señores. obispos!"

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