Blog de Alfonso Roldán Panadero

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En las fronteras hay vida y tuve la suerte de nacer en la frontera que une el verano y el otoño, un 22 de septiembre, casi 23 de un cercano 1965. En la infancia me planteé ser torero, bombero (no bombero torero), futbolista (porque implicaba hacer muchas carreras), cura (porque se dedicaban a vagar por la vida y no sabía lo de la castidad...) Luego, me planteé ser detective privado, pero en realidad lo que me gustaba era ser actor. Por todo ello, acabé haciéndome periodista. Y ahí ando, juntando palabras. Eso sí, perplejo por la evolución o involución de esta profesión. Alfonso Mauricio Roldán Panadero

martes, 8 de septiembre de 2009

De un trabajo muy sucio a Hamlet

Me quedo con la frase: "Los fármacos y el perdón pueden convertir el morir en un momento gozoso", del protagonista de Un trabajo muy sucio. Y es que como veía que según avanzaba el verano me empezaba a poner un poco serio con Tokio Blues, Lo mejor de los números primos o La elegancia del erizo, retorné a los inicios de agosto y busqué algo que tuviera un punto de encuentro con Delicioso suicidio en grupo. Algo que también merodeaba la mesilla de noche.

La novela del satírico Christopher Moore es divertida, pero no para troncharse. Me gusta que quede claro, entre sonrisa y sonrisa, que las religiones nos han inculcado el miedo a la muerte. "Todos los dioses de la muerte, docenas de ellos, nacieron de la energía del mayor miedo del hombre, el miedo a la muerte".

Así que está bien tomarse con cierto relajo ese asunto que nos iguala a todos. Ese asunto por el que todos tenemos que, no sé si pasar, o llegar. La sonrisa nos asalta en la novela con el desfile de personajes absolutamente normales que se ven envueltos en situaciones excepcionales, extravagantes, sobrenaturales. Situaciones que están perfectamente estructuradas hasta la conclusión, relativamente sorprendente.

Más allá del leit motiv, son destacables las descripciones del lugar donde se desarrolla la acción: San Francisco. Y en medio de todos los líos en los que se ve envuelto nuestro protagonista, Charlie Asher, y los vendedores de viejo, la novela presta especial atención a una profesión: nos encontramos con la enfermera de un paritorio, la enfermera de una residencia, la enfermera de urgencias, una enfermera en el Tibet… Vamos que me ha llamado la atención, al igual que el trato de los perros protagonistas: unos animales bastante bobos.

La cuestión es que el principal personaje es un tipo normalito, casado y que un día tiene una hija, Sophie. A partir de ese momento empiezan a ocurrirle cosas muy raras y siniestras hasta que Charlie comprende que ha sido seleccionado como ayudante de la Muerte, un trabajo muy sucio, pero que alguien tiene que hacer.

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Lo que resulta molesto, y supongo que a mi amigo AGC, más que al común de los mortales, es que la edición no ha sido bien corregida y está repleta de errores, fundamentalmente confunde "sólo" con "solo", que yo creo que, al menos en la segunda edición de la editorial La factoría de Ideas, han ahorrado tinta gracias a la ausencia de tildes. Pero se sobrelleva en beneficio de la sonrisa.

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