Blog de Alfonso Roldán Panadero

Autorretrato
Mi foto
En las fronteras hay vida y tuve la suerte de nacer en la frontera que une el verano y el otoño, un 22 de septiembre, casi 23 de un cercano 1965. En la infancia me planteé ser torero, bombero (no bombero torero), futbolista (porque implicaba hacer muchas carreras), cura (porque se dedicaban a vagar por la vida y no sabía lo de la castidad...) Luego, me planteé ser detective privado, pero en realidad lo que me gustaba era ser actor. Por todo ello, acabé haciéndome periodista. Y ahí ando, juntando palabras. Eso sí, perplejo por la evolución o involución de esta profesión. Alfonso Mauricio Roldán Panadero

martes, 27 de octubre de 2009

Fundido en negro (y 2) / una pregunta pendiente

En mi modesta opinión, la última novela de Germán Temprano rezuma pesimismo (él mismo reconoce que no es un guiónpara el Club de la Comedia), aunque asegura que la sensación final no lo es tanto. Es una novela de miedos, de desamor, de incomunicación, de desaliento y angustia; de personajes deleznables hasta después de muertos. Mendigos, prostitutas, chaperos, criadas y porteros sin ninguna conciencia de clase, burgueses a los que el dinero no les da la felicidad. Todo se interrelaciona en esta obra en la que la imagen y la recreación en las descripciones convierten muchos fragmentos en auténtico libreto teatral. "Un fundido en negro. Un pitido prolongado e intenso. Un pitido molesto, como de radio mal sintonizada. Sólo la muerte te libera del miedo a morir. Del aburrimiento incompatible con la vida…"

O sea, que la muerte se pasea por las páginas de Fundido en negro a sus anchas. Y es que, no en vano, para su autor "la muerte es lo más socialista que hay, porque nos iguala a todos". Pero Germán destaca otros asuntos de la historia: "en la novela hablo del miedo, de gente que parece tenerlo todo pero que es infeliz en la vida. También de la soledad, del paso del tiempo, de la vida: no es lo mismo respirar que estar vivo".

Y todo ello, con un listado de personajes, que, no son un dechado de virtudes precisamente. Todos ellos son víctimas de la indiferencia y lo que hace Germán es denunciar a esos tipos que no quieren adaptarse al paso del tiempo, a aquellos que tienen un amor de manual hacia sus hijos; que sin capacidad de amar se complican la existencia. Y los denuncia hasta después de muertos: "No me creo que porque una persona muera deje de ser deleznable", espeta. Bueno, sí hay un personaje que se libra, Lobo, un perro. Y es que Germán tiene perro y aunque la novela no sea en absoluto autobiógrafica sí m parece a mí que coincide con el personaje principal, Marco, en que vale más la vida de una perro que la de un camello.

Y más allá de la historia, Germán, que reniega de los círculos literarios, demuestra que le gusta cuidar el lenguaje con metáforas, adjetivaciones, cuidadas descripciones... Tiene un estilo casi pasado de moda, pero él argumenta, "creo que la literatura es algo más que contar historias, también supone contar sensaciones". Y vaya si las hay en Fundido en negro

Y como no quiero reventar finales no sigo. Si acaso recordar que mañana (bueno, el miércoles 28 de octubre, a las 17:00 horas nuestro autor estará contestando preguntas en un encuentro digital en elmundo.es). Seguramente a esa hora no voy a estar conectado, pero sí me ha quedado una pregunta en el tintero. Por favor, si alguien se la puede hacer por mí: ¿desde cuándo sabías, Germán, el final de la novela?: ¿desde el principio, a mediados o te sobrevino?

Yo recomiendo que este libro no se lea en el Metro ni en el bus. Ni en el Cercanías. Recomiendo que sea lea de un tirón en el sillón de casa. Y deseo que mi amiga, nuestra amiga, Ana Manzano lo termine, que se trae un lío de amores medievales en su blog, que es para verlo. Quizá hasta sirva para generar más debate del que tiene montado.
Y ante el desastre surgido desde Alcorcón, sólo me queda consolar a Temprano con este video, aunque sin Miguel Poveda.:


">

No hay comentarios :

Publicar un comentario