Blog de Alfonso Roldán Panadero

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En las fronteras hay vida y tuve la suerte de nacer en la frontera que une el verano y el otoño, un 22 de septiembre, casi 23 de un cercano 1965. En la infancia me planteé ser torero, bombero (no bombero torero), futbolista (porque implicaba hacer muchas carreras), cura (porque se dedicaban a vagar por la vida y no sabía lo de la castidad...) Luego, me planteé ser detective privado, pero en realidad lo que me gustaba era ser actor. Por todo ello, acabé haciéndome periodista. Y ahí ando, juntando palabras. Eso sí, perplejo por la evolución o involución de esta profesión. Alfonso Mauricio Roldán Panadero

miércoles, 15 de junio de 2011

Svante, un congreso de clowns, de emociones y de narices / Sonríe

Es madrileño, pero medio sueco y medio alemán. Se licenció en Ciencias Económicas por la Universidad de Maastrich, pero hace siete años, tras ver un espectáculo en un festival clown se quedó encantado, se apuntó a un taller de clown y a partir de ahí…
Indudablemente es un tipo emprendedor que se ha liado la manta a la cabeza y ha decidido organizar el I Congreso Nacional del Clown en Madrid. Está preparando su tercer espectáculo que espera estrenar en noviembre y asegura que lo que le gusta es “el clown sagrado”, oír dentro de uno mismo, eso es el clown sagrado. Y claro, cuanda habla del clown su mirada clara se vuelve brillante. Sí, está enamorado del clown.

(Las fotos, evidentemente, son de Fran Lorente)



Lo de poner en marcha un Congreso Nacional de clowns le surgió después de leer en un periódico, un día, que se estaba desarrollando un congreso de odontólogos, o algo así. “Pensé que sonaba muy bien, y como soy muy clown, muy enamorado del clown se me ocurrió que nada mejor que un congreso para homenajear al clown, porque aunque hay festivales no existe un foro donde debatir. Contacté con la sala Illary, la cedieron y me lancé, porque todo esto se realiza sin subvenciones ni ayudas”, explica Svante con inocencia.

Pero esto ha sido sólo el principio. La idea es que en el futuro, una vez al año, se realice un fin de semana clown en toda España. Es la chispa que espera que prenda. El objetiva es que esto sirva para aumentar la comunicación, las relaciones entre clowns casi a modo de feria.

El congreso se celebra entre el póximo viernes y domingo y se basa en tres pilares: talleres, ponencias y actuaciones. Es decir, algo que tiene gran interés para aficionados y profesionales.

Payaso y clown

Ante mis torpezas conceptuales intenta explicarme las diferencias entre los dos palabros, porque en español se utilizan dos palabras, clown y payaso, cosa que no ocurre en el resto de los idiomas. “En España utilizamos la palabra “payaso” más para actuaciones en el circo, y “clown”, para actuaciones en sala. “Payaso” puede ser un término más peyorativo, sin embargo, “clown” es más refinado. El clown transmite emociones, no sólo hacer reír, también emociona con situaciones muy intimas”, me explica Svante con grandes actitudes pedagógicas.

Pero la gran pregunta es qué es un clown, “cualquiera que intenta definirlo fracasa. Yo dividiría dos circunstancias: espectáculo y la búsqueda íntima de nuestro propio clown. El clown es una experiencia, una vivencia a través de la cual conectas con partes muy íntimas. El clown tiene diferentes características: ternura, curiosidad, alta autoestima, amante de la vida (nunca mataría), es auténtico, transmite desde la autenticidad, ama al público…”, Svante va ganando en elocuencia. Hace una pausa y remacha la faena: “También puede ser rebelde. Lo bonito del clown es su vulnerabilidad, su fracaso. Es muy importante el contrapunto sobre lo que pretende ser y lo que es”.

Ante esta retahíla, me surge la duda de si el clown nace o se hace, y nuestro clown de ojos claros, tras una paradita me asegura que todo el mundo tiene un clown interior. Todo el mundo puede encontrarlo, “en mi opinión es buscar en el interior emociones auténticas y transmitirlas”.

Emociones y narices

Sí insiste Svante en el mundo de las emociones: “Las emociones son reales. No es real que una persona tenga una nariz roja (pequeña máscara), pero, por ejemplo, puedes encontrarte con un monstruo irreal, pero si es bueno, la situación se convierte en verdadera…”

Aprovechando el asunto emotivo le pregunto por la risa, que al fin y al cabo es con lo que el ciudadano medio identifica al clown. Y es que la risa es cosa seria: “El público se puede reír del clown o con el clown. A mí me gusta reírme con el clown. No es noble reírse de alguien. Te puedes reír de lo que hace el clown o de cómo lo hace; puede vivir situaciones absurdas o normales que se convierten en absurdas”.

Entonces le saco tema para debate, nariz roja, ¿sí o no? Y se decanta por el naricismo: “Yo apoyo el uso de la nariz roja porque hace más amable la expresión, pero ha habido mucho clown malo con la típica nariz, que la ha desprestigiado. También es cierto que cuando haces muchos ejercicios con nariz, anclas con el estado clown al ponértela. La nariz ayuda”.

Mientras degustamos unas tisanas, visto lo visto, tengo que preguntarle, no por nada, si se es clown las 24 horas del día. Y en vez de asaltarme con un “me alegro que me haga esa pregunta”, toma el mando: “La pregunta quizá debería ser, qué de clown debemos tener 24 horas al día, por la parte de emocionar a los otros, hay que serlo 24 horas al día.

Claro después de tanto filosofar se me iba que los clowns, o vamos los payasos, a veces parecen cosa de niños. Le pregunto por es relación con la infancia. Y lo tiene claro, “más allá del animador infantil, el clown vive la vida intensamente, como un niño. Vive el aquí y el ahora, buscando aventuras. Puede pasar de estar completamente triste a la alegría en un minuto, como un niño. Es espontáneo como un niño. Ser niño es una faceta más del clown, pero también se puede ir más allá del adulto. Quien se divierte con la vida sin preocuparse es otro tipo de clown”.

Y mientras sorbemos las ultimas gotas de las infusiones me cuenta quienes son sus preferidos, los rusos, como Vladimir Olshansky, Slava, Avner…, la magia de Charlie Rivel (pincha) o el cine de Chaplin.


Aprovecho a Chaplin para invitaros a sonreir, si tienes uno de esos "días rojos", Audrey Hepburn, sonríe con esta bonita canción y las imágenes de Charlie Chaplin:


Para saber más de Svante, pincha aquí. Y aquí


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