Blog de Alfonso Roldán Panadero

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En las fronteras hay vida y tuve la suerte de nacer en la frontera que une el verano y el otoño, un 22 de septiembre, casi 23 de un cercano 1965. En la infancia me planteé ser torero, bombero (no bombero torero), futbolista (porque implicaba hacer muchas carreras), cura (porque se dedicaban a vagar por la vida y no sabía lo de la castidad...) Luego, me planteé ser detective privado, pero en realidad lo que me gustaba era ser actor. Por todo ello, acabé haciéndome periodista. Y ahí ando, juntando palabras. Eso sí, perplejo por la evolución o involución de esta profesión. Alfonso Mauricio Roldán Panadero

sábado, 29 de septiembre de 2012

Café Flore


¿Cuántas vidas son necesarias para curar un corazón roto?



Y me fui a ver una película canadiense, o más concretamente de Québec. Dos historias paralelas basadas en el amor. Por una parte, el amor entre madre e hijo con síndrome de Down en el París de los años setenta. Por otra, el desamor por la mujer de toda la vida y la aparición de un nuevo amor que se cruza en el corazón de un famoso DJ en la actualidad.



Las historias van poco a poco descubriéndose ante nosotros, intercaladas. Los personajes van evolucionando. Y los amores van convirtiéndose en obsesiones enfermizas. Pero el amor no es obsesión. Ni posesión. La pregunta que nos hacemos al final es, ¿cuántas vidas son necesarias para curar un corazón roto?

Todo ello envuelto en el magnifico poder evocador de la música: Pink Floid, The Cure, Sigur Ros, Mathew Herbert…, se funden en magníficas escenas, que hacen de la cinta una historia intima e intimista.

Las historias se terminan fundiendo en un final…, tan sorprendente como que está un poco fuera de lugar en mi opinión. Seguro que para Iker Jiménez la cosa es bastante más creible, eso sí.




Director: Jean-Marc Vallée
Guión: Jean-Marc Vallée
Reparto: Vanessa Paradis, Kevin Parent, Hélène Florent, Evelyne Brochu, Alice Dubois, Michel Dumont, Linda Smith
País: Canada.

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