Blog de Alfonso Roldán Panadero

Autorretrato
Mi foto
En las fronteras hay vida y tuve la suerte de nacer en la frontera que une el verano y el otoño, un 22 de septiembre, casi 23 de un cercano 1965. En la infancia me planteé ser torero, bombero (no bombero torero), futbolista (porque implicaba hacer muchas carreras), cura (porque se dedicaban a vagar por la vida y no sabía lo de la castidad...) Luego, me planteé ser detective privado, pero en realidad lo que me gustaba era ser actor. Por todo ello, acabé haciéndome periodista. Y ahí ando, juntando palabras. Eso sí, perplejo por la evolución o involución de esta profesión. Alfonso Mauricio Roldán Panadero

domingo, 19 de mayo de 2013

El Gran Gatsby, los ricos siempre ganan


Siempre pienso que cuando leemos una novela, los personajes dejan de ser del autor y pasan a ser de nosotros. Siempre pienso que de las distintas historias que aparecen en una novela, los lectores nos quedamos con la que más nos apetece a pesar de que en los análisis de literatura del cole se empeñaran en que explicáramos cuál es el tema principal, cuáles las historias secundarias y cuál el leit motiv. Después de leer El Gran Gatsby de F. Scott Fitgerald no sé que película habría hecho yo. Primero, porque no se hacer películas y segundo porque no he leído El Gran Gatsby.

Seguramente si me pillara con el día indignado destacaría lo repulsivos que son los millonarios con vidas basadas en la hipocresía. Gentes sin escrúpulos, gentes “diferentes” con la mentira en la base de sus vidas, gentes que siempre están por encima del resto del mundo, incluidos los ricos de nuevo cuño. Gentes que hacen de su vida una mentira hasta para amar. Gent
es cuya preocupación no es sobrevivir sino ser vividores. Pero cobardes cuyo poder está exclusivamente en la cartera.

Si tuviera el día histórico destacaría como la crisis que vivimos, que no es crisis, es peor, ya la vivimos y no aprendimos nada. Los años previos al 29 fueron años de locura, de pelotazos, de fiesta y locura. Y de ahí al desastre. Evidentemente el común de los mortales no aprendió nada, pero los capitalistas aprendieron mucho. Ahora no se tiran ellos por los balcones porque se arruinan; ahora son los pobres y menos pobres endeudados los que se suicidan porque su vida es un desahucio.

Seguramente si me pillara con el día moñoño y romanticón la lectura de El Gran Gatsby, destacaría esa vertiente. Un tipo que lo da todo por una mujer, por un amor algo obsesivo, por un amor que al final está desequilibrado. Un tipo hecho a sí mismo, fuerte y seguro, que cuando ve a la mujer que ama en secreto año tras año y sin verla se desarma y tiembla como un flan. Pero no hay forma... Los ricos siempre ganan. Es mentira que los ricos también lloran. El dinero, el poder, está por encima de cualquier sentimiento. No saben renunciar a ello.

En la mente tengo la protagonizada por Robert Redford en 1974, y la recuerdo como algo pelín hortera, la verdad, pero debería volver a verla para hacer odiosas comparaciones. La versión de Alan Ladd…, pues menos. Seguramente la vio mi madre, que estaba enamorada de él, pero nunca me mencionó nada.

Con El Gran Gatsby de Leonardo di Caprio, calificada de drama romántico, he pasado el rato. Baz Luhurman, ya sabéis, el de Moulin Rouge, es el director de esta adaptación y, efectivamente, se nota. No he leído la novela así que no puedo destrozar esta versión en la que di Caprio creo que hace un buen papel. Y aunque no soy de leer críticas antes de ver pelis, sí oí que en Cannes fue mal acogida y que en Estados Unidos ha sorprendido en positivo. Pues ni una cosa, ni otra. Lo mismo estoy en pasota y mi base cultural es mediocre.

Lo que no sé si haré es leer la novela, que ahora ando con líos. Pero si algún día lo hago opinaré si me apetece. Y bueno, si queréis ir al cine y dudáis entre La Mula con Mario Casas y este Gran Gatsby, pues sintiéndolo mucho, mejor la cosa hollywoodiense. Eso sí. Si seguís pudiendo pagar la entrada de cine hacedlo, que estoy viendo que nos quedamos sin salas.


No hay comentarios :

Publicar un comentario