En las fronteras hay vida y tuve la suerte de nacer en la frontera que une el verano y el otoño, un 22 de septiembre, casi 23 de un cercano 1965.
En la infancia me planteé ser torero, bombero (no bombero torero), futbolista (porque implicaba hacer muchas carreras), cura (porque se dedicaban a vagar por la vida y no sabía lo de la castidad...)
Luego, me planteé ser detective privado, pero en realidad lo que me gustaba era ser actor.
Por todo ello, acabé haciéndome periodista. Y ahí ando, juntando palabras. Eso sí, perplejo por la evolución o involución de esta profesión.
Alfonso Mauricio Roldán Panadero
Cuando cumplí ocho años, mi padre, que
era un tipo serio y responsable, me regaló mi primera bicicleta. Enseñarme a
montar fue sencillo. Me puso en la cima de una cuesta del Parque Sur (no
Parquesur, que hace cuarenta años no existía) y me soltó. Aprendí a pelo y en
pantalón corto. Sin ruedines, sin casco, sin coderas, sin rodilleras, sin
guantes, sin gafas de sol, sin crema protectora factor 60, sin retrovisor, e
incluso sin bidoncito de agua.
Aquella bici tenía un faro con dinamo que
me encantaba en las noches de verano; un timbre que ponía a prueba la paciencia
del personal; dos ruedas; frenos, manillar y una cadena siempre perfectamente
engrasada gracias a una sobredosis de aceite "2 en 1" que me dejaba las manos
también engrasadas y me hacía soñar que era un mecánico. Mis conocimientos de
mecánica nunca fueron mucho más allá.
Ahora, María Seguí, directora general de Tráfico, en un extraño cortocircuito freudiano se quiere convertir
en mi padre, pero mucho más responsable, donde va a parar. Quiere que me ponga
casco para ir en bici. Alberto Ruiz-Gallardón, otrora alcalde de Madrid creó las aceras de uso compartido para
peatones y bicis. Éstas suelen estar invadidas por peatones, patinadores, carga
y descarga, corredores, paseantes... Todos ellos sin casco.
Ana Botella, la alcaldesa sobrevenida del foro ha creado zonas de velocidad
restringida de velocidad máxima 30 Kms. / hora
con uso preferente para bicis. Los coches circulan a velocidad de
vértigo y si atropellan a un ciclista, éste, es destrozado lleve casco o el
traje de Fernando Alonso.
Pienso que estos del PP tienen algún
negociete con los fabricantes de cascos: cascos para bicis, policías,
periodistas... Estamos encasquillados, y a mí, me gusta sentir el aire. Me da
sensación de libertad. Dejennos, al menos, tener sensación de libertad.
Siempre pienso que cuando leemos una novela, los personajes
dejan de ser del autor y pasan a ser de nosotros. Siempre pienso que de las
distintas historias que aparecen en una novela, los lectores nos quedamos con la
que más nos apetece a pesar de que en los análisis de literatura del cole se
empeñaran en que explicáramos cuál es el tema principal, cuáles las historias
secundarias y cuál el leit motiv.
Después de leer El Gran Gatsby de F.
Scott Fitgerald no sé que película habría hecho yo. Primero, porque no se hacer
películas y segundo porque no he leído El
Gran Gatsby.
Seguramente si me pillara con el día indignado destacaría lo
repulsivos que son los millonarios con vidas basadas en la hipocresía. Gentes
sin escrúpulos, gentes “diferentes” con la mentira en la base de sus vidas,
gentes que siempre están por encima del resto del mundo, incluidos los ricos de
nuevo cuño. Gentes que hacen de su vida una mentira hasta para amar. Gent
es
cuya preocupación no es sobrevivir sino ser vividores. Pero cobardes cuyo poder
está exclusivamente en la cartera.
Si tuviera el día histórico destacaría como la crisis que
vivimos, que no es crisis, es peor, ya la vivimos y no aprendimos nada. Los
años previos al 29 fueron años de locura, de pelotazos, de fiesta y locura. Y
de ahí al desastre. Evidentemente el común de los mortales no aprendió nada,
pero los capitalistas aprendieron mucho. Ahora no se tiran ellos por los
balcones porque se arruinan; ahora son los pobres y menos pobres endeudados los
que se suicidan porque su vida es un desahucio.
Seguramente si me pillara con el día moñoño y romanticón la lectura de El Gran Gatsby, destacaría esa vertiente. Un tipo que lo da todo
por una mujer, por un amor algo obsesivo, por un amor que al final está
desequilibrado. Un tipo hecho a sí mismo, fuerte y seguro, que cuando ve a la
mujer que ama en secreto año tras año y sin verla se desarma y tiembla como un
flan. Pero no hay forma... Los ricos siempre ganan. Es mentira que los ricos
también lloran. El dinero, el poder, está por encima de cualquier sentimiento.
No saben renunciar a ello.
En la mente tengo la protagonizada por Robert Redford en
1974, y la recuerdo como algo pelín hortera, la verdad, pero debería volver a
verla para hacer odiosas comparaciones. La versión de Alan Ladd…, pues menos.
Seguramente la vio mi madre, que estaba enamorada de él, pero nunca me mencionó
nada.
Con El Gran Gatsby
de Leonardo di Caprio, calificada de drama romántico, he pasado el rato. Baz
Luhurman, ya sabéis, el de Moulin Rouge,
es el director de esta adaptación y, efectivamente, se nota. No he leído la
novela así que no puedo destrozar esta versión en la que di Caprio creo que
hace un buen papel. Y aunque no soy de leer críticas antes de ver pelis, sí oí
que en Cannes fue mal acogida y que en Estados Unidos ha sorprendido en
positivo. Pues ni una cosa, ni otra. Lo mismo estoy en pasota y mi base
cultural es mediocre.
Lo que no sé si haré es leer la novela, que ahora ando con
líos. Pero si algún día lo hago opinaré si me apetece. Y bueno, si queréis ir
al cine y dudáis entre La Mula con Mario
Casas y este Gran Gatsby, pues sintiéndolo mucho, mejor la cosa hollywoodiense.
Eso sí. Si seguís pudiendo pagar la entrada de cine hacedlo, que estoy viendo que
nos quedamos sin salas.
Parece un hecho comprobado que el café es
oriundo de Arabia, qahwa, por obra y
gracia de la naturaleza. Lo que pertenece a la leyenda es que fuera un pastor
árabe, allá por los siglos VI ó VII el protagonista de este descubrimiento, al
observar la excitación de las cabras que comían determinados arbustos y decidirse
a experimentar dicha euforia en su propia carne. Después habrá venido la
conversión de este excitante en un placer para el gusto, desecando los frutos y
dejándolos hervir después.
En
cualquier caso, los almogáraves, soldados de élite y muy diestros, que
invadieron la Península Ibérica en el año 711 no debían llevar el novedoso
grano en sus alforjas, pues los españoles tuvieron que esperar hasta el siglo
XVII para que esta bebida les llegara a través de Europa.
El
uso y cultivo del café se había extendido por todo Oriente desde el siglo XV y llegaba a occidente por el comercio con
Venecia coffe. Pero lo más
interesante de esta historia es que con el café se importó a su vez la
costumbre de consumirlo en lugares públicos, como se venía haciendo en Constantinopla desde 1554. El café es,
desde que puso el pie en el suelo europeo, un placer social. Un placer social
que, además, jugó un papel importante en la revolución de la vida ciudadana de
toda una época.
El
primer café de Londres (1657) fue
considerado como una extravagancia, pero tres décadas después, el número de
estos establecimientos no sólo se había multiplicado considerablemente, sino
que se habían convertido en los centros de la vida política, social y literaria
londinenses. Hasta la abolición de la censura de prensa en Inglaterra, los
londinenses habían desarrollado el hábito de leer panfletos y los cafés proporcionaban
el mejor escenario para su difusión. Muerta la censura, proliferaron los
periódicos y muchos como El Mercurio
Ateniense, o La revista dejaron
de tratar temas políticos para dedicarse a la literatura; de esta última, La Revista, escribía un lector de
Norwich:
“La
he leído a algunos caballeros… en el café principal de aquí, tantas veces como
ha salido y está reconocida como el periódico más distinguido que tenemos para
entretenernos. Tuve algunas dificultades para lograr que el dueño del café la
comprara, pero ahora está convencido de que le aconsejé bien, pues no hay
periódico más solicitado”.
[Cita de A.
Beljame. Men of letters and the English Public in the Eighteenth Century.
(1948)]
El
intercambio de ideas políticas, filosóficas o literarias fue también el espíritu
primigenio de los primeros cafés
alemanes -en Lepzig, 1674; o Ratisbona, 1696- y franceses. Valga como botón
de muestra el célebre café parisino Procope, abierto en 1684 por el siciliano
Francesco Procopio dei Colltelli, donde Diderot y D’Alambert alumbraron la idea
de la Enciclopedia, tomando café…
En España, los cafés vinieron de la mano
de las costumbres afrancesadas a competir con las sombrías tabernas que tantos
motines y conjuras habían albergado. Los nuevos establecimientos, junto con la
moda que recortaba capas y sombreros, contribuían así a “moderar las costumbres
de nuestro país, tal como refería el periódico El duende especulativo (1761).
“Los
cafés –decía- establecidos en diversos cuarteles de Madrid darán justo nuevo
realce al carácter y las prendas de nuestra nación, enemiga mortal de las
tabernas, en donde nadie, sin manchar el honor, puede entrar a beber vino. Era
tiempo que supliéramos estos parajes con otros más decentes”.
Y
empezaron a proliferar en la capital estas, hoy famosas, sedes de tertulia –San Isidoro, El Colonial, El Levante, La Cruz
de Malta o Pombo-, donde una taza de café era mera excusa para entregarse
al placer de la charla. El mismo placer que ahora queremos seguir cultivando
cuando invitamos a nuestras amistades: “cuando quieras, tomamos un café…”, ese
café que nos mantendrá despiertos mientras arreglamos el mundo.
Ha recibido veinte premios Max, cuatro de ellos como director. Mientras
triunfa su ¡Ay Carmela! prepara una
zarzuela barroca, una oda al deseo y al placer que programará el Teatro de la Zarzuela a partir del 17
de mayo y en los ensayos le abordo. Anima a ver ¡Ay Carmela! a las personas que
han vivido la guerra porque, aunque puede impresionar, hay algo catártico que
te renueva: “Lloras, haces el duelo; te ríes, pero es muy emocionante y
positiva. No es una tragedia desesperada porque tiene cierto halo de
esperanza…”
P. Hay voces que critican una
saturación del tema de la guerra civil… ¿Piensas que la Guerra Civil ya aburre?
R. Tampoco he oído yo muchas
críticas… Creo que es necesario abordar este asunto porque la memoria es algo
importante como ejercicio habitual, hayas tenido guerra o no. España tiene una
herida que es no haber enterrado bien a sus muertos, tanto de un bando como de
otro. Esas heridas tienen que cerrarse para poder tener un espacio donde se
dialogue, donde no se pelee.
P. En el principio de la función,
en la presentación, se asegura que es “la historia de una mujer”, la historia
de una artista, no de una miliciana heroica, que al final no se doblega. ¿Son
las mujeres más valientes? ¿Es una historia feminista?
R. En parte sí, aunque no creo
que las mujeres sean más valientes. Sí es cierto que el papel de la mujer en la
guerra y en la República
no ha sido suficientemente reconocido. ¡Ay
Carmela! tiene diferentes planos. Uno es el de esa mujer que es una
superviviente, una cómica de la legua que tiene un acto de rebeldía y actúa por
puro sentido común, por puro sentido de la justicia y de la compasión con gente
que están torturando. Pero evidentemente Carmela representa a otra mujer, que
es la República,
una República que acabó asesinada a tiros. Es una obra en la que el plano personal
se mezcla con el histórico, con el político, con el simbólico y con el fantasma
de algo que todavía sigue ahí, que son nuestros muertos por la guerra.
P. ¡Ay Carmela! no es un musical al uso. No es una franquicia de
Broadway. Hay cuatro músicos, tres protagonistas y uno de ellos ni canta… A
veces la función es una tragicomedia con aroma de cabaret. ¿Cómo definirías la obra?
R. En mi opinión es una
tragicomedia musical. El musical, la comedia musical es algo que se ha ido perdiendo
y era algo que llegaba muy bien al espectador medio. La comedia musical, a
diferencia de la ópera o las grandes zarzuelas, sólo requiere de un elenco y
una orquestilla para poder musicar una serie de historias. De ahí nacerá
Hollywood, y del music hall nace el
género chico en España. Todo ello está en ¡Ay
Carmela! Hay canciones que se cantaban en cuplés, que se cantaban en
prostíbulos, que se cantaban en revistas, en music halls… Pero también ha temas musicales más serios, aunque con
un aire de bar y garito que ha tenido siempre España y que ha ido
desapareciendo con el tiempo.
P. Viendo ¡Ay Carmela! podemos concluir que la copla fue robada por los
franquistas…
R. El franquismo se quedó con
todo, y lo que no se quedó lo tiró a la basura, como la Institución Libre
de Enseñanza, la educación laica y, en general, todo lo que era del pueblo. Es
cierto que la copla y la zarzuela pasaron a ser considerado algo franquista
como símbolo. Había una copla con cánticos a la Virgen, pero también había
otro tipo de copla y otras variedades. Franco no era tonto, y los franquistas
sabían que la conexión con el pueblo es muy importante. Concha Piquer, Celia
Gamez y toda esta gente conectó muy bien, y sirvió de desahogo a una generación
entera de la postguerra que, por otro lado, llenaba los cabarets. Se acabó ese
punto de picardía erótica y, por otra parte de rebeldía. A Madrid venían
artistas de París, Viena, Estados Unidos…, incluida la propia Josephine
Baker. Todo eso acabó con el franquismo y sobre todo el con el
nacionalcatolicismo, que pienso es lo que más daño ha hecho a la cultura y la
libertad.
P. El espectador es parte activa
del espectáculo y se forman buenos jaleos en el patio de butacas. ¿No temes que
en una de estas salga el público a la calle a proclamar la República?
R. (Entre risas) No. Miedo no me
da. El arte es catártico. Sería del género imbécil provocar una guerra viendo
los desastres de una guerra. Yo propongo el rechazo total a cualquier tipo de
violencia. Creo que la izquierda siempre se ha caracterizado por dialogar. Otra
cosa es emocionar y esa emoción lleva a que muchos días, durante la función,
hay gritos de ¡Viva la
República!
P. El público es muy variopinto
en edades…
R. Estamos en un buen momento
para hablar de la
República. Últimamente estamos muy sensibilizados porque la
monarquía está bajo cero, con muy mala imagen. Por lo visto hubo un tiempo en
que la monarquía era un pasaporte diplomático; ahora es un desastre. La obra,
al ser un musical gusta a las personas mayores por el recuerdo, y a la gente
más joven por ser un teatro documental que emociona con canciones que no son
añejas ni anticuadas. Además, Inma Cuesta y Javier Gutiérrez no sólo actúan y
cantan bien. Son dos cómicos y actores dramáticos extraordinarios que tienen
una tremenda conexión con la gente joven. Son artistas modernos que llegan de
una manera muy actual.
El teatro vive
P. En la obra se evidencia que
hasta en tiempo de guerra se puede ir al teatro. ¿Se puede ir ahora, con la
crisis y con la subida del IVA en las entradas?
R. Parece increíble, pero los
tiempos de crisis nunca han sido malos para el teatro. En las Memorias de Harpo Marx, se cuenta cómo
triunfaron los Hermanos Marx a través de la crisis del 29. Ahora. En la crisis
que vivimos ha habido un hachazo bestial con la subida del IVA. Por mucho que
se llenen los teatros es imposible sacar un mínimo rendimiento. Si el teatro no
se llena a diario, comienza a ser deficitario. Es asunto es muy grave. Si esto
no cambia, el año que viene tendrá que cerrar el 80 por ciento de los cines y
el 50 por ciento de los teatros. Pero el teatro es invencible, es algo vivo; es
un lugar de encuentro en momentos de crisis; de soledad; es un acto social; es
un lugar en el que la ciudad se encuentra con el ciudadano y en estos momentos
de individualismo atroz y de agresión es muy reconfortante.
El director del musical ¡Ay Carmela! foto de FRAN LORENTE.
P. Y en medio de este panorama,
¿cómo ves las nuevas fórmulas del tipo Microteatro por dinero?
R. Todo es bueno. El micro está
planteando otra forma de ir al teatro. Es
un teatro mucho más informal. En mi
opinión, cualquier cosa que se aporte al teatro quiere decir que goza de buena
salud.
“El franquismo se quedó con todo
y lo que no se quedó lo tiró a la basura”
“El papel de la mujer en la
guerra y en la República
no ha sido suficientemente reconocido”
IVA: “El año que viene tendrá que
cerrar el 80 por ciento de los cines y el 50 por ciento de los teatros”
Es San Isidro…,
jornada de pradera, verbena en Las Vistillas, parfusa y safo, mantones de
manila, agua del santo, rosquillas listas y tontas, sangría, limonada,
azucarillos, aguardiente, licor de madroño y como no…, jornada del rey de los
platos: del cocido. La tradicional lluvia isidril es un coadyuvante para
ingerir los tres vuelcos, que bien podría decir el zarzuelero Espasa en La del manojo de rosas. Claro, nos viene a decir la ONU que lo más
sano son los insectos, pero…, donde abunde un buen cocidito madrileño,
repicando en la buhardilla.
El cocido aparece en El
Quijote de Avellaneda; en el entremés Famoso
del convidado, de Luis Quiñones de Benavente; en El villano en su rincón, de Lope – para quien debe llevar verdura,
pernil, gallina y chorizo-. Moreto considera que el tocino es imprescindible en
Primero es la honra… Impensable fue
el éxito que tuvo a finales de los cuarenta el pasodoble Cocidito madrileño, que Quintero, León y Quiroga compusieron para
Pepe Blanco.
El cocido y los
judíos
Aunque no existe certeza, parece que el cocido madrileño es
heredero de un plato hebreo sabático: la “adafina” o “tefina”. Los judíos
españoles o sefardíes, allá por la Edad Media, dejaban cociendo entre las
cenizas de la lumbre del viernes este guiso para no tener que encender la
lumbre el día sábado. El sábado o sabath
es el día sagrado para los judíos, durante el cual no pueden realizar ninguna
tarea.
Debido a la persecución que los judíos padecieron en España
a finales del siglo XIV – que acabaría con su expulsión en 1492- muchos
seguidores de esta religión se convirtieron al cristianismo entre 1391 y 1415.
Son los llamados judíos conversos. En muchas ocasiones, los conversos querían
dejar muy clara su nueva fe y, quizá, gracias a ellos nació el cocido.
La explicación es muy sencilla. Siguieron cocinando su tefina del sabath de la misma manera de la misma manera, pero le añadieron
todos aquellos ingredientes que prehibía su antigua religión, como el cerdo; y
cambiaron los huevos cocidos por la morcilla. Vamos, para disimular. Y bendito
disimulo.
Cocido y clases
sociales
Pero si protagonista es algún ingrediente del cocido
madrileño, ese es el garbanzo, que antes de incluirlo en el guiso debe reposar
en agua templada unas diez horas. El garbanzo fue traído a España por los
cartagineses, convirtiéndose en una legumbre esencialmente hispana y producto
agrícola de Madrid.
El cocido rápidamente se extendió por todas las mesas, desde
las más nobles –existen pruebas de que era un plato degustado por la reina en
1665- hasta los más humildes. Quizá la diferencia entre unos y otros fuera el
número de ingredientes, pues como dijera Dionisio Pérez, ensayista sobre temas
culinarios: “El cocido madrileño representa una fórmula sintética de todos los
cocidos españoles; con el sentido de equidad característico del pueblo de
Madrid, sabe ampliarse o estrecharse según la grandeza o humildad de cada
mesa”.
Amante de este plato fue el rey Alfonso XIII, que envió,
firmada por él, la receta a una asociación de cocineros de Washington llamada
Club Congresional Cook. Según Dionisio Alonso, “la esposa del embajador de los
Estados Unidos en España le pidió al monarca, quien galante con la dama, dictó
su texto, que fue enviado por cable a Washington y divulgado por los Estados de
la Unión yanqui por radio desde la estación WRC, voceándole ante el aparato
transmisor la bella esposa del secretario del Trabajo, durante la presidencia
de Coolidge. Y no sólo galante la dama, sino intérprete de un interés
nacional”.
Tres vuelcos
Aunque a partir del siglo XX y especialmente tras la guerra
civil comenzó una cierta decadencia del cocido, aún hay en la capital
restaurantes con rancia tradición, cuyo exclusivo plato, plato estrella, es el
cocido. Y durante el invierno, rara es la “casa de comidas”, más o menos
económica, que una vez a la semana no incluye este típico plato en su carta,
por breve que esta sea.
El cocido madrileño es un plato prototípico de la
gastronomía hispana. Al decir de Martínez Llopis –erudito en el arte de la
gastronomía- . se trata de la “olla de tres vuelcos”, lo que también conocemos
como “sota, caballo y rey”, recurriendo a nuestra castiza baraja de cartas.
Esto es, un primer tumbo nos ofrece el caldo sustancioso y bien oliente, que
invita a sopar pan y al buen vino que va abriendo camino. Al segundo vuelco
caen las verduras y legumbres y al tercero, las carnes y los tocinos.
La primera parte de la comida –la sopa – puede ser de
pastas, arroz, pan… Los garbanzos se colocan sobre una fuente completamente
escurridos. La carne se puede presentar cortada de una forma regular, y a sus
lados, el jamón, tocino, pie de cerdo, gallina
y “pelota”, todo ello cortado en
trocitos. Para muchas personas, la verdura es es más apetecible si previamente
se ha sofrito con un poco de aceite y unos dientes de ajo y se presenta con el
chorizo, la morcilla –hecha rodajas- y las patatas.
Los restos
Reutilizar los restos del cocido forma parte de la tradición
madrileña y, antaño, una eficaz forma de reducir gastos domésticos. En la
actualidad, recetas con los restos del cocido pueden parecer más apetitosas que
el alimento base. Desde unas cremosas croquetas, hasta elegantes conchas con
besamel.
En definitiva, quizá no estén nuestros estómagos preparados para aguantar día
sí, día no, un gran cocido madrileño, pero lo que no podemos es olvidarlo.
Proyectaron el trailer de la peli antes de Ayer no termina nunca, en los Yelmo Cines Ideal, que yo sigo
llamando el Ideal, como cuando era pequeño. Una sala muy especial. Con unas
grandes vidrieras que hay que ver a la puesta de Sol.
Creo que no fui el único
espectador que se quedó algo perplejo al ver ese plantel de actores y actrices
protagonizando unas escenas con típico aire de cosa cutre hollywoodiense. Pero
fui a verla. Precisamente por ello. Y bueno…, no me reí pero me entretuvo.
Incluso, luego al pensarla, me di cuenta de que es bastante incorrecta
políticamente, especialmente para los estadounidenses, que es como la serie Modern Family, pero más a lo bestia.
Muestra que las familias desestructuradas
no son una tragedia, más bien al contrario.
Es un poco la historia de lo que
ocurre, los más jóvenes son más tradicionales que los más mayores. Los
personajes interpretados Robert de Niro y Diane Keaton son un matrimonio mayor,
divorciado tras veinte años de matrimonio. Divorciados porque el amor,
simplemente se apagó, a pesar de intentar mantener una llama que se ahogaba.
Para mantener esa llama, a pesar de tener un hijo y una hija; en su día,
adoptaron un niño brasileño al que sacaron de la miseria. Y llega el momento de
la boda de éste.
El chaval invita a su tradicional
y cató
lica madre biológica a la boda y los padres adoptivos, divorciados, se
ven obligados a simular que siguen casados para evitar líos. Pero la cosa no es
tan sencilla, más aún para la novia de Don (de Niro), interpretada por Susan
Sarandon.
La comedia posee una evidente
crítica al mundo tradicional católico, a las hipocresías opresoras y, claro,
todos los enredos terminan desenredados y con final feliz. Indudablemente esa
plantilla de actores y actrices han debido pasarlo de lo lindo grabando la
peli.
Dirección y guión: Justin Zackham
Reparto: Robert de Niro, Diane Keaton,
Susan Sarandon, Robin Williams, Ben Barnes, Topher Grace, Catherine Heigl,
Amanda Seifried, Christine Ebersole, Patricia Rae. Marc Blucas, David Rasche.
A quien
preparó el argumentario del Partido Popular para hacer frente a los escraches
se le fue la pluma. Calificar de nazis a las personas que participan en este
tipo de manifestaciones indica un gran desconocimiento de lo que fue la
historia y una ausencia absoluta de sensibilidad.
El Gobierno de Mariano Rajoy
ejerce la violencia constante sobre la ciudadanía, a quien considera súbditos.
Violencia de Estado es enviar a la exclusión social a miles de personas y
violencia es insultar a esas personas y a todas las que padecieron la
persecución más terrible de la historia de la humanidad.
El Partido
Popular viola vilmente las palabras, las vacía de contenidos. Las retuerce
hasta lo indecible y en esa locura manipuladora quiere cambiar la historia de
la humanidad.
María Dolores
de Cospedal anduvo en la vanguardia de este brutal ataque a las personas que se
manifiestan ante los diputados del PP contra los
desahucios. Luego la cosa fue a mayores alentando el enfrentamiento. Todo es
criticable, pero hay unos límites, más aún cuando hasta el presidente del
Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial, Gonzalo Moliner,
considera que mientras no ejerzan la violencia, "son un ejemplo de
libertad de manifestación".
Madrileña de nacimiento, desde hace 27 años vive en Castellón, donde en
1991 formó el Seminari de la dona y a
mediados de los noventa puso en marcha el postgrado de Igualdad y Género en la Universidad de
Castellón. Desde allí creó la Fundación Isonomía. Es licenciada en Filosofía y
Ciencias de la Educación
y está en proceso de elaboración su tesis doctoral, “que algún día finalizaré”,
asegura sonriente. Su curriculum como investigadora es impresionante. Ahora se
ha embarcado en la
Asociación y la revista digital Con la A.
P. ¿Cómo surge la idea de crear
una revista digital feminista independiente?
R. Un grupo de mujeres revisamos
los medios de comunicación en Internet y vimos que, aunque hay publicaciones
feministas, los estereotipos también se repiten en la red. Además, las
publicaciones feministas que ya existen están mayoritariamente escritas en
inglés. Por otra parte, lo poco que hay en castellano está atomizado y no tiene
impacto fuera de su ámbito. Esto es un error, porque no aprendemos unas mujeres
de las otras.
P. Y Con la A
ya es un medio de referencia…
R. Tenemos más de dos millones de
visitas y más de siete mil suscripciones. El 8 de marzo de 2012 salió el primer
número, que presentamos el 29 de febrero en la Casa de América, y para nuestra sorpresa la sala
se desbordó. La revista se lee fundamentalmente en el estado español, pero
también en Latinoamérica porque tenemos allí una delegación en Méjico y otra en
Perú, que coordinan la captación de expertas que colaboren en el proyecto desde
allí.
P. ¿Por qué el nombre de la
cabecera, Con la A?
R. Porque en los medios de
comunicación casi todo está escrito con la “o”. El objetivo es visualizar lo
que hacemos las mujeres, entendiendo que las mujeres, feministas o no
feministas somos más del 51 por ciento de la población mundial. No es una
revista dirigida a la mujer, sino a toda la ciudadanía. Igual que nosotras nos
informamos de lo que hacen los varones, las mujeres y los hombres se tienen que
enterar de lo que hacemos en diferentes ámbitos. O sea, Con la A
no es una revista de chicas para chicas.
P. ¿No sería mejor invertir las
energías en crear, en influir en los medios de comunicación al uso para que
sean transversales, para que informen de mujeres, para que sean visibles?
R. ¿Y cómo se hace eso? Los
medios de comunicación no son nada
permeables. Y me refiero a las estructuras que están detrás de ellos. Lo ideal
sería no tener que existir. Las mismas profesionales tienen muchas dificultades
para poder incluir informaciones reales con mujeres. La sociedad y la cultura
no es solamente machista, también es misógina. Ahora, con la crisis estamos
percibiendo un resurgir de la misoginia. Los medios de comunicación son un
sector feminizado por la base. Si las propias compañeras periodistas tienen
dificultades para poder transversalizar su trabajo informativo, desde fuera lo
tenemos más complicado.
P. Haciendo de abogado del
diablo…, ¿no existe cierta contradicción en realizar una revista feminista que
introduce secciones al uso como placer, belleza…?
R. Pensamos que tenemos que
cambiar la imagen del feminismo. La imagen del feminismo es muy aburrida. Se
tiene la imagen de mujeres encorsetadas, todo el día serias, frustradas,
enfadadas consigo mismas y con el mundo. Y esto no es verdad. Las feministas
somos mujeres normales y corrientes en la que hay de todo, igual que ocurre en
otros ámbitos. Imagino que en el mundo de las top model también habrá mujeres
enfadadas por guapísimas que sean…Somos mujeres de carne y hueso, nos damos
potingues y no pasa nada. A todo el mundo le gusta tener un físico agradable,
atraer, gustar, seducir, cuidarnos… Tenemos que cuidar nuestra salud y esto es
algo que se lleva trabajando desde hace tiempo por el feminismo. Existe una
línea de salud de género que ya está extendido en todos los ámbitos sanitarios.
Tenemos que cuidarnos, disfrutar de nuestro cuerpo y, además, como la mayoría
somos pobres, damos postas sobre potingues naturales.
P. Es complicado el feminismo…
R. Es verdad que hay grupos de
mujeres feministas que se encierran en su cueva. El feminismo es muchas cosas:
es una teoría del conocimiento, es una línea política, es una ideología, un
movimiento social, una categoría de análisis. El feminismo es hijo de la Ilustración que parte
de las clases burguesas de las mujeres que tenían acceso a la cultura. Pero,
tanto en sus orígenes como en la actualidad, el objetivo es la emancipación y el
equilibrio con los varones.
P. Desde su perspectiva, ¿piensa
que está la crisis afectando especialmente a las mujeres?
R. Los recortes se están cebando con los servicios públicos, que lo
que hacen es abordar el tema de los cuidados: dependencia, educación, sanidad.
Son sectores que entran en el rol de género femenino y cuando los servicios
públicos no son de calidad, o se cierran, sólo con esto ya incide directamente
sobre las mujeres, que son quienes nos ocupamos de los cuidados en un 90 por
ciento. Inicialmente la crisis afectó más a los hombres con la caída de la
construcción, pero ahora la tendencia se ha invertido y ahora hay más mujeres
desempledas que hombres, porque los hombres han entrado en el sector servicios
y la mujer está retornando al hogar. Si no hay servicios la mujer vuelve a ser
cuidadora.
P. Paralelamente a la revista
existe la Asociación Conla A. ¿Qué fue
antes?
R. La idea fue simultánea.
Necesitábamos una estructura para la revista y además necesitábamos estar
organizadas. Desde la asociación hemos puesto en marcha distintas iniciativas.
Del 12 al 16 de octubre realizaremos el I Congreso, que realizaremos en un
crucero por el Mediterráneo. Es un espacio informal que, como tal, facilita la
extensión de redes. También estamos preparando una jornada el 13 de septiembre
en la sede del Parlamento Europeo en Madrid, que servirá como marco previo al
Congreso. En él nos informaremos de los que está ocurriendo en Europa. Hay que
saber qué ocurre en Europa, porque las directrices que de allí emanan al año
siguiente son leyes en nuestras vidas.
Otra foto de Fran Lorente, durante la charla. Al fondo, señores con corbata.