Blog de Alfonso Roldán Panadero

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En las fronteras hay vida y tuve la suerte de nacer en la frontera que une el verano y el otoño, un 22 de septiembre, casi 23 de un cercano 1965. En la infancia me planteé ser torero, bombero (no bombero torero), futbolista (porque implicaba hacer muchas carreras), cura (porque se dedicaban a vagar por la vida y no sabía lo de la castidad...) Luego, me planteé ser detective privado, pero en realidad lo que me gustaba era ser actor. Por todo ello, acabé haciéndome periodista. Y ahí ando, juntando palabras. Eso sí, perplejo por la evolución o involución de esta profesión. Alfonso Mauricio Roldán Panadero

miércoles, 31 de diciembre de 2014

50 años de My fair lady

Era imposibe acabar este espantoso año sin hablar de uno de los cincuentenarios fundamentales: My fair lady. Era imposible no encontrar una excusa para sacar a colación a Audrey Hepburn, compañera, o mejor, amor platónico de esta Vida desde el lago. 
Son bastante conocidos los líos que hubo con esta peli desde el principio. Que si la tiene que interpretar fulanita, que si menganita, que si tal que si Pascual. Y..., consultando libros y páginas en internet, casi me dan la uvas.
También es bastante conocido que la pelicula está basada en el musical de Broadway, Pigmalion. En su origen Pigmalion era una  leyenda mitológica grecolatina que recrea la historia del rey de Chipre, Pigmalión, y Galatea, la escultura de una bella mujer que cobra vida y de la cuál acaba enamorándose su creador. Esta leyenda la apañó Bernard Shaw para el teatro musical, reflejando a Pigmalión en el profesor y a Galatea en la florista. El escritor fue galardonado con el Óscar al mejor guión adaptado, algo que al propio escritor le pareció absurdo llegando a decir “es como si premiasen al rey de Inglaterra por ser rey” con lo que ni fue a recoger el premio. La obra musical tuvo la friolera de 2717 representaciones entre los escenarios de Broadway y Londres, desde 1956 a 1962, con Rex Harrison en el papel del profesor y Julie Andrews como Eliza Doolittle.

Y ahí estuvo el origen del lío. A la hora de hacer la peli se pensó que Julie Andrews, pero aunque había triunfado en el teatro con Pigmalion, no era cinematográficamente conocida y ponía en peligro la taquilla. Jack Warner, de la compañía Warner Brothers, insistió en dar el papel a Audrey Hepburn, pues era ya una estrella reconocida de la pantalla. Pero había muchas más candidatas para interpretar a la florista recogida del arroyo por el profesor: Vanessa Redgrave, Leslie Caron, Shirley Jones, Angela Lansbury y Elizabeth Taylor.


Cuentan las crónicas que todas ellas habían hecho un pacto consistente en rechazar el papel para que éste fuera de Julie Andrews. Después de que la buena de Audrey Hepburn lo rechazara, Elizabeth Taylor anunció que ella actuaría en la película. Rápidamente Audrey Hepburn aceptó el papel, pues consideraba a Elizabeth Taylor poco creíble en el papel de una chica inocente…

Pero en los previos hubo más líos. Para la dirección se pensó en contratar a Vincente Minnelli, pero el director quería filmar en exteriores en Londres y Jack Warner tenía ya muy ajustado el presupuesto así que finalmente se puso en contacto con George Cukor, quien en un momento de vanidad le dijo a Warner: “Acaba usted de hacer la mejor elección”. Efectivamente, el tiempo le acabó dando la razón, pues con su habitual elegancia y maestría Cukor consigue en esta película que el ritmo narrativo no se rompa en ningún momento de sus casi tres horas de duración, estando las canciones perfectamente integradas en el argumento.

Elegancia e integración


Esas son las dos grandes genialidades de Cukor al crear esta cinta: elegancia e integración de los números musicales en la trama. Integración que también lograría su película casi morbosamente rival: Mary Poppins. Y es que…, la maltratada Julie Andrews fue reclamada para interpretar a Mary, que conseguiría el Óscar a la mejor actriz, mientras Audrey ni siquiera fue nominada. My fair lady logró  ocho estatuillas, entre ellas, mejor película y mejor director. La de Walt Disney logró cinco estatuillas de trece nominaciones, pero los resultados de taquilla fueron espectaculares alcanzando los cuarenta y cinco millones de dólares frente a los doce de My fair lady.

Aquel año fue duro para la gran derrotada, Becket, de Peter Glenville, que con doce nominaciones, sólo logró el óscar al mejor guión adaptado. Otra de mis pelis favoritas, Zorba el Griego, también sufrió las consecuencias de la rivalidad entre los dos grandes musicales.

Pero volvamos a My fair lady. Personalmente, quizá por querencia, creo que el resultado final es mucho mejor con la Hepburn que con cualquiera otra actriz, independientemente de sus problemas para entonar. Problemas que supondrían el éxito de Moon River, tres años antes, en Desayuno con diamantes. Dicho esto podéis escuchar diferencias en el tema Wouldn’t it be loverly, clicando aquí, la Hepburn; aquí, Marni Nixon, La voz de Hollywood; y aquí Julie Andrews en Pigmalion.

En "My fair lady" se usó el primer micrófono inalámbrico de la historia del cine


Grandes momentos de la cinta, en mi opinión son The rain in Spain o los monólogos del profesor. En 1994 se puso en circulación una versión restaurada, donde se ve a Audrey cantar el tema mencionado en el párrafo anterior, Wouldn’t it be loverly.  El trajín que supuso las dificultades de la Hepburn con el pentagrama también influyeron en el trabajo del oscarizado Rex Harrison, interprete del profesor.

Harrison se negaba a hacer playback en el rodaje como se venía haciendo desde el invento del cine musical. Decía que la cosa no era convincente, que él cada vez interpretaba los temas de una forma distinta. Para permitir que Rex Harrison cantara sus canciones en directo durante el rodaje, el estudio colocó un micrófono inalámbrico en las corbatas, siendo el primer micrófono inalámbrico usado en la historia del cine. André Previn dirigió la versión final de la música escuchando la grabación de voz de Harrison. El departamento de sonido ganó un Óscar por sus esfuerzos…

Con todo, aquí os pongo un video que me envió hace ya tiempo alguien que coincide conmigo en su amor por Audrey (muchas gracias si ve esta entrada), y donde podemos observar que, efectivamente, se salía del pentagrama hasta por los costados. No os perdáis el final. No vale reírse.



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