Blog de Alfonso Roldán Panadero

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En las fronteras hay vida y tuve la suerte de nacer en la frontera que une el verano y el otoño, un 22 de septiembre, casi 23 de un cercano 1965. En la infancia me planteé ser torero, bombero (no bombero torero), futbolista (porque implicaba hacer muchas carreras), cura (porque se dedicaban a vagar por la vida y no sabía lo de la castidad...) Luego, me planteé ser detective privado, pero en realidad lo que me gustaba era ser actor. Por todo ello, acabé haciéndome periodista. Y ahí ando, juntando palabras. Eso sí, perplejo por la evolución o involución de esta profesión. Alfonso Mauricio Roldán Panadero

martes, 3 de marzo de 2015

Infiltrado reticular de Germán Fernández


Lo cierto es que la novela es fantástica en todas sus acepciones. Son casi 300 páginas de aventuras, de risas, sonrisas y reflexiones. Arranca la historia con un mensaje codificado lanzado en 1974 desde la Tierra para que, sea quien sea, quien esté ahí fuera tenga información sobre el Sistema Solar, la Tierra y los seres humanos…
Y vaya que si el mensaje llega. Llega, pero claro, hay que traducir o, quizá interpretar ese mensaje. Esta es una de las reflexiones que nos lanza Germán Fernández en una historia de ciencia ficción repleta de alusiones al lenguaje y la comunicación. Claro, si no somos capaces de entendernos entre los madrileños, como para entendernos con seres de otras galaxias…

Una civilización muy muy lejana capta el mensaje terrícola y envía a nuestro protagonista y entrañable boreliano a nuestro planeta. Claro, estamos hablando de un investigador, repentinamente reconvertido en hombre de acción y se meterá en más de un problema.

Como si de una road movie intergaláctica se tratara nuestro borealiano pasará por centros comerciales, centros penitenciarios, procesos más que kafkianos… Situaciones hilarantes con pinceladas de divulgación científica y algunos motivos para pensar sobre nosotros mismos, los terrícolas. Más allá de la militancia antitabaco del autor y de su defensa de los abogados de oficio, nos hace pensar sobre nosotros mismos. Bueno, y nosotras mismas:

“… parece que el planeta Tierra está eternamente cubierto por una neblina pálida. Todo está desprovisto de color. Los terrícolas son grisáceos, aunque unos más oscuros que otros. Si lo que estamos viendo es un reflejo de la realidad en el planeta Tierra, los terrícolas se pasan la vida divirtiéndose, haciendo el amor, peleándose, reconciliándose, compitiendo en curiosos deportes, matándose unos a otros o luchando contra todo tipo de terroríficos monstruos. Y tan pronto viven en condiciones deplorables carentes de toda tecnología como recorren la galaxia con armas de potencia inimaginable. Es incomprensible”.

Más allá de este párrafo, el libro merece ser comprado aunque sólo sea por leer del bíblico capítulo XIX: La historia de los granjeros grises. Pero además de esta referencia al libro de libros, Germán Fernández rinde homenaje cinematográfico: Testigo de cargo, La gran evasión…, son títulos que aparecen. En muchas ocasiones me ha evocado su infiltrado reticular  un montón de series de la tele, pelis y novelas. Desde Los viajes de Gulliver, El principito, Sin noticias de Gulp… Porque un poco mendociano, de Eduardo Mendoza, ya es Germán Fernández.


No os digo que voy a ver si pillo al autor para comentar con él, porque en esta ocasión ya he quedado. Esta tarde a las siete le voy a presentar la novela. En el Centro Abogados de Atocha de Madrid. O sea, en la calle Sebastián Herrera, 14, junto a Embajadores.



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