Blog de Alfonso Roldán Panadero

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En las fronteras hay vida y tuve la suerte de nacer en la frontera que une el verano y el otoño, un 22 de septiembre, casi 23 de un cercano 1965. En la infancia me planteé ser torero, bombero (no bombero torero), futbolista (porque implicaba hacer muchas carreras), cura (porque se dedicaban a vagar por la vida y no sabía lo de la castidad...) Luego, me planteé ser detective privado, pero en realidad lo que me gustaba era ser actor. Por todo ello, acabé haciéndome periodista. Y ahí ando, juntando palabras. Eso sí, perplejo por la evolución o involución de esta profesión. Alfonso Mauricio Roldán Panadero

jueves, 28 de abril de 2016

Juicio a los humanos

Si mañana es viernes 29 de abril y estás en Madrid tienes la oportunidad de disfrutar con una preciosa fábula llena de ritmo, con pinceladas musicales y sensuales. Juicio a los humanos se representa en el teatro Arlequín, y la nueva adaptación está siendo un rotundo éxito, también entre gente pequeña.

El búho Salomón es el juez; una cobra, Kali, ejerce de fiscal; el perro Filos será el defensor del ser humano. Un buen número de representantes de diversas especies animales se someterán a las pruebas, a los argumentos de defensa y acusación.

Un juicio que rebosa humor, ironía, pero también una profunda crítica a los seres humanos. Una crítica que descansa en tres pilares: insultos; maltrato y exterminio de los animales. Pero la reflexión que nos plantea este juicio va más allá. Hace que nos planteemos si nuestra inteligencia nos hace felices. Y es que no son invento de la naturaleza asuntos tan humanos como la religión, el matrimonio, la fidelidad, el cubrir nuestros cuerpos…

Una obra muy recomendable por el pensamiento crítico, porque toma partido por la tolerancia, por la defensa del medio ambiente; pero también por el trepidante trabajo de cuatro actrices magníficas que ponen sobre el escenario un amplio abanico de técnicas interpretativas.

Juicio a los humanos es una obra dirigida por José Piris, interpretada por Ana Jota López, Alexandra Calvo, Belén Boluda / Estefanía Rocamora, Noelia Sánchez / María Besant.


Se representa en el Teatro Arlequín, o sea, aquí.


miércoles, 27 de abril de 2016

La noche que mi madre mató a mi padre

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Intriga maquiavélica; enredos y permanente estado de sorpresa; engaños con la comedia como base fundamental y una excelente interpretación por un gran reparto son los condimentos de la última película de Inés París.

Vale, el título a primera vista, nos puede resultar enrevesado: La noche que mi madre mató a mi padre, pero una vez vista no tiene pérdida. Todo el mundo sabe que hay gente para todo y que hay momentos para todo. Cuando vi la película no tenía yo el alma para risas (“no tenía yo el chichi para farolillos”, que decía una amiga mía), pues bien: me reí, y mucho. Incluso durante el metraje de la película desaparecieron de mi cabeza esos demonios que se dedican a hacernos la vida imposible. Y eso es de agradecer.

A nadie engaño si me considero fan de Inés París, una mujer comprometida con las causas justas, una mujer capaz de sobresalir en el mundo del cine siendo mujer y, fundamentalmente, una mujer con sentido del humor.

Quizá por una cuestión de edad y la heterodoxia con las que uno creció también me considero fan de esas comedias surrealistas de enredo y crímenes del gran Miguel Mihura y Jardiel Poncela (afirmar esto suele crearme enemigos y calificativos de casposo, anticuado y tal, pero estoy dispuesto a batirme para defender mucho teatro de Mihura y de Poncela).

Dicho esto, la peli de París tiene algo de ese ritmo trepidante, situaciones absurdas, diálogos desternillantes. Claro, en La noche que mi madre mató a mi padre hay una evidente mirada de mujer del siglo XXI en el tratamiento de los personajes que no suele darse en el cine.

Creo que es imprescindible para que el mundo del artisteo pase un buen rato. Ya sabéis, actores, actrices, guionistas, pero también teatreros y microteatreros…

Mo me atrevo a escribir una sinopsis para no destrozar nada. Sí diré citando no sé bien a quién que “una peli debe ser una mentira bien contada” y, por supuesto “despertar interés”.

La noche que mi madre mató a mi padre está dedicada a Carlos París, padre la directora, un tipo que siempre vivirá en nuestra memoria. La peli se estrena este viernes y la fiesta del cine está cercana. Eso sí, buscaré a Inés París a ver si me cuenta alguna anécdota de la peli y, ya de paso, de la situación del cine y las cineastas…

País: España.
Directora: Inés París.
Guión: Fernando Colomo, Inés París.
Reparto: Belén Rueda, Diego Peretti, Eduard Fernández, María Pujalte, Fele Martínez, Patricia Montero.


lunes, 18 de abril de 2016

La desfachatez intelectual

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Momento presentación en Muga.
Los amigos de la vallecana librería Muga, lugar de referencia para el barrio y para la vecina Asamblea de Madrid que está enfrente, organizaron el pasado jueves la presentación del libro de Ignacio-Sánchez Cuenca editado por Catarata, La desfachatez intelectual. Escritores e intelectuales ante la política. Junto al autor estuvo el tipo que más sabe de ETA y Euskadi, el periodista Luis R. Aizpeolea.
Sánchez-Cuenca, Pacho (no preguntéis por qué pero todo el mundo le llama así), es profesor colaborador en Infolibre y, fundamentalmente, profesor de Ciencia Política en la Universidad Carlos III de Madrid.

Sánchez-Cuenca reconocía que precisamente su condición de profesor universitario es lo que le tiene “blindado”, lo que le permite escribir un libro en el que cita con nombres y apellidos a escritores e intelectuales que opinan alegremente sobre asuntos (casi todos los asuntos) sin tener ni idea de lo que hablan, sin argumentos sólidos, sin datos, sin profundizar ni un poquito. Es un libro sobre esos “referentes que ya no son referente de nada”.

En palabras de Aizpeolea se trata de un libro valiente, pero también necesario “porque nadie cubre ese vacío. Y ese vacío lo tiene que cubrir un profesor, ni un periodista. Personalmente estoy radicalmente de acuerdo. Es un libro de obligada lectura porque es la chispa que puede despertar muchas conciencias que ya se desperezan.

Ignacio Sánchez-Cuenca.
La evidencia de que los opinadores de adjetivo fácil ya no asustan, la tenemos en la masiva respuesta social tras la declaración de Félix de Azúa, en la que aseguraba que a la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, debería estar sirviendo en un puesto de pescado. Félix de Azúa es uno de los personajes más estudiado en el libro junto a Muñoz Molina, Vargas Llosa o Fernando Savater.

El libro se devora. El relato es tan ameno como riguroso. La sonrisa es inevitable cuando la hemeroteca nos demuestra lo patético de tantos artículos e incluso libros (¿ensayos?). Cuenca nos desgrana la trayectoria en masa de tantos que han viajado desde la izquierda, la ultraizquierda, ETA o el sindicalismo a la derecha más conservadora e intolerante. Sorprendentes conversos como Savater, José María Fidalgo, Juan Juaristi, Muñoz Molina… Escritores, intelectuales, activistas que desgrana en el primer capítulo: “la maldición del escritor”.

El segundo capítulo, “la obsesión nacional”, se centra en el nexo común que une a este ejercito de opinadores: su obsesión por el nacionalismo vasco y catalán y su ataque desmedido al proceso de paz que llevó a la desaparición de ETA.

Luis R. Aizpeolea.
Un ataque en el que se ha maltratado hasta lo inhumano al que fuera presidente del Partido Socialista de Euskadi, Jesús Egiguren. Egiguren fue denostado prácticamente al unísono por Jorge Martínez Reverte en El País; por Santiago González en El Mundo; por Fernando Savater en la presentación de un documental sobre el final del terrorismo, por Félix de Azúa

La última pata del libro es la crisis económica, ámbito en el que también “domina una cierta impunidad a la hora de opinar, sin que los razonamientos más superficiales que circulan por la esfera pública generen una reacción crítica”, como señala el propio autor.

En definitiva, un libro muy recomendable que es de esperar abra una vía para que otros profesores, más expertos y más “blindados” que los periodistas, se atrevan a criticar con tanto rigor como mesura a quienes critican sin rigor y sin mesura.

miércoles, 6 de abril de 2016

Marisa Soler, camarera de piso en el Palace


“Somos especialistas, vamos al detalle”


Marisa a las puertas del Palace por @frlorente
Madrileña de nacimiento y leganense de adopción son ya veinticinco años los que Marisa lleva trabajando como camarera de piso. Prácticamente media vida, que tiene 54. Ha pasado por el Hotel Plaza, el Emperador, el Wellington, el Villamagna y, desde 1998, trabaja en el Palace. A este hotel envió un curriculum mientras trabajaba en un lugar que no era de su agrado: el Ministerio de Defensa: “en el Palace me cogieron inmediatamente, incluso me esperaron dos días. También es cierto que tengo un curriculum muy bueno, en el que queda clara mi profesionalidad, algo que sí busca el Hotel Palace”.

Marisa está en pie antes de las seis de la mañana, “a las seis menos diez”, especifica ella. En el hotel tiene derecho a un desayuno, con tostada, y comienza a trabajar a las ocho en punto hasta las cuatro, con media hora de parada para comer y otra pausa de cinco minutos. La gobernanta reparte los turnos, “en el Palace se reparte el número de habitaciones. Dos personas hacemos 24 ó 25 habitaciones, que son muy grandes y con muchos detalles”, explica.

No oculta Marisa, que es delegada de CCOO, que el trabajo “es muy duro” y provoca dolores de espalda, aunque también reconoce que la empresa cumple a rajatabla los protocolos  de salud laboral, “incluso conseguimos que haya un fisioterpeuta dos veces a la semana”. Llegados a este punto insiste en la importancia de estar organizadas en el sindicato.

Mujeres invisibles 

Gracias a una aplicación informática, las camareras del Palace saben cuando las habitaciones están vacías para poder entrar a arreglarlas, “pero siempre estamos pendientes con el rabillo del ojo no sea que el cliente esté en la habitación, aunque la aplicación diga lo contrario,” explica Marisa.

Claro, es inevitable preguntarle por anécdotas y… “hay muchas”, dice Marisa, “pero eso es secreto profesional”. Al final explica que evidentemente a veces se supone que la habitación está vacía y no es así. “Me contó una compañera que una vez, con la habitación a oscuras, empezó a hacer la cama y resulta que el cliente estaba dentro. Claro, Salió en silencio y corriendo”. E insiste hay muchas anécdotas, muchas…

Las camareras siempre están ahí, arreglando, limpiando, sin molestar, con toda la profesionalidad del mundo; pero invisibles. No es extraño que al cruzarse por el pasillo con clientes no exista ni un saludo, ni un gesto de agradecimiento. Eso sí, saben que su trabajo es fundamental y tienen la autoestima en muy buen estado.


Vida laboral supeditada a vida personal

Comenzó a trabajar en 1976 en el sector de comercio, en una perfumería. Como a tantas otras mujeres su vida laboral se ha visto afectada directamente por su vida personal. Hace 29 años nació su primer hijo con una enfermedad de huesos, con lo que tuvo que dedicarse cuatro años a cuidarlo. Al cabo de ese tiempo pudo reincorporarse al comercio. Después vino el segundo embarazo y “las circunstancias” la llevaron a un cambio.

Ella realmente quiso estudiar para auxiliar de clínica, pero entre embarazos y trabajo fue algo inviable. Lo que sí pudo estudiar fue Regiduría de pisos en la Escuela de Hostelería. Aunque no encontró plaza de ello, sí entró en el mundo del hospedaje. Ahora es camarera de piso, un trabajo que le gusta y del que se siente orgullosa.

Pillados por @frlorente 
 “Las externalizaciones son como buitres” 

Los objetivos empresariales del Hotel Palace y la existencia de un comité de empresa fuerte y serio hacen que las condiciones de las camareras de piso no sean lo que últimamente “se extiende por Madrid como una epidemia: las externalizaciones”.
Marisa explica que en el Palace hay diálogo con la empresa y que se escuchan las opiniones de las trabajadoras y además se ponen en práctica, que por algo son ellas las que están a pie de tajo. Pero es consciente de la que está cayendo en el sector. En su opinión, “las externalizaciones son como buitres que sólo quieren ganar dinero a costa del trabajo de los demás”.

Asegura Marisa que hay hoteles por los que llegan a pasar ciento cincuenta camareras diferentes, trabajando a destajo: “gente para limpiar hay mucha, pero la precariedad y el maltrato no hace profesionales. El trabajo se puede sacar adelante malamente, pero se pierde mucha calidad, algo que repercute en la clientela y las instalaciones; algo que a medio plazo es perjudicial para las empresas y más en una ciudad que se supone tiene una importante fuente de ingresos en el turismo”.

CCOO mantiene una persistente pelea contra la externalización y la precarización de un trabajo fundamental en la plantillas de muchos hoteles con empresarios sin perspectiva. La crisis, también en este caso, ha servido de coartada para que se desmande la subcontratación, la carga de trabajo, las presiones…

Marisa, que tiene unas condiciones dignas y peleadas lo tiene muy claro: “no deberían consentirse las externalizaciones, nos degrada como profesionales y como personales. Creo que hasta están en fraude porque incumplen el convenio de Hospedaje”.