Blog de Alfonso Roldán Panadero

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En las fronteras hay vida y tuve la suerte de nacer en la frontera que une el verano y el otoño, un 22 de septiembre, casi 23 de un cercano 1965. En la infancia me planteé ser torero, bombero (no bombero torero), futbolista (porque implicaba hacer muchas carreras), cura (porque se dedicaban a vagar por la vida y no sabía lo de la castidad...) Luego, me planteé ser detective privado, pero en realidad lo que me gustaba era ser actor. Por todo ello, acabé haciéndome periodista. Y ahí ando, juntando palabras. Eso sí, perplejo por la evolución o involución de esta profesión. Alfonso Mauricio Roldán Panadero

viernes, 17 de noviembre de 2017

De viaje por Barcelona con Sandino

He aprovechado estas jornadas de actualidad monotemática para irme de viaje literario a Barcelona con Sandino, el personaje de la última novela de Carlos Zanón, Taxi. Sandino es un taxista barcelonés entre triste y depresivo, “extraño y atractivo, infantil, mujeriego, nocturno, gatuno. Vete a saber”, tal como su propia voz interna le autodefine. 

Sandino es un viajero de Barcelona, un Homero que vive su propia Odisea en esa ciudad con alma de metrópoli, variopinta como cualquier capital occidental. Esa ciudad que, de forma similar a  mi Madrid, nos hace seres tan anónimos, como libres y, paradójicamente, solitarios.

Sandino es taxista por las circunstancias y, no por ello, dejará de lado el refugio que suponen el cine, los libros, la música… Títulos, temas a los que nos invita a ir y vamos porque nos puede la curiosidad. De hecho, el viaje que es la novela, también lo es a través de la banda punk The Clash

Taxi tiene alma de novela negra y nuestro protagonista huele a duro/blando, a rol de taxista cosmopolita, a Casanova interclasista y a personaje del Marqués de Sade en un mundo sórdido, interconectado a través del móvil y espléndidamente narrado por Zanón, en el que no faltan pinceladas de humor negro, de humor agrio, de tragicomedia. 

Una novela negra que, tras la muerte de la narrativa social, es la única barricada que nos acerca a la realidad de los Nadie, esos Nadie de Galeano que nos evoca Javier López con su poesía y sus relatos y que Zanón, con Taxi, menciona como poseedores de la nada:

“Esa nada de las chachas embarazadas saliendo de las casas señoriales al punto del alba, o las cocineras o los jardineros acusados de haber robado dinero o cucarachas, relojes o simplemente comida. La misma nada de los que han ido a la guerra a morir por banderas que nunca fueron suyas. Los que han sido acusados de haber matado al hermano bueno, al pastor, al pacífico, al rico, al que piensa en todos y nunca se deja llevar por la ira. 
Esa nada de los sin nada, de los Nadie”.

Esos nadie que Sandino se encuentra en la noche barcelonesa. Clientes que suben y bajan del taxi, esa familia, esos amigos y enemigos en un mundo de traiciones y lealtades. Un mundo, un viaje de seis días y siete noches que no concluye porque Sandino es un viajero, un aventurero urbano siempre pendiente de su Ítaca.

Es todo eso o, simplemente, el barcelonauta de la novela juvenil de Pep Albanell se ha hecho mayor.


Gracias, eso sí, a Puy que me regaló recientemente el libro. Y gracias también a Zanón que me ha animado a desempolvar esta vida desde el lago, algo desganada en estos malos tiempos para la lírica.

Y si queréis acompañar este texto con música... aquí va mi recomendación.



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