Blog de Alfonso Roldán Panadero

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En las fronteras hay vida y tuve la suerte de nacer en la frontera que une el verano y el otoño, un 22 de septiembre, casi 23 de un cercano 1965. En la infancia me planteé ser torero, bombero (no bombero torero), futbolista (porque implicaba hacer muchas carreras), cura (porque se dedicaban a vagar por la vida y no sabía lo de la castidad...) Luego, me planteé ser detective privado, pero en realidad lo que me gustaba era ser actor. Por todo ello, acabé haciéndome periodista. Y ahí ando, juntando palabras. Eso sí, perplejo por la evolución o involución de esta profesión. Alfonso Mauricio Roldán Panadero

viernes, 31 de enero de 2014

De la familia desestructurada al aborto


Teresa intercede en estos "momentos recios"
(y la palomita por detrás...)

Yo no conozco familia más desestructurada que la del Portal de Belén. El crío fue concebido por una paloma, tenía un padre postizo carpintero del que pasaba olímpicamente, y ya antes de los diez años se escapaba de casa para tener encuentros con sacerdotes en el templo. En vez de estudiar y ayudar en la carpintería se iba de templos. Si hubiera existido twitter seguro que Jesusito habría falsificado su edad y, con seis años, se habría convertido en un celebrity al estilo Justin Bieber.

La verdadera familia de Jesusito era él mismo, que era padre, hijo y Espíritu Santo. O sea que era Dios. El mismo Dios que le gastó una broma, que ni Gila, a Abraham en plan: “mata a tu hijo para ofrecérmelo en sacrificio” y…, casi, casi. Luego se hizo mayor y les dijo a sus discípulos que abandonaran a sus familias para seguirle. Lo de este hombre era de psicoanalista por su desprecio a la institución familiar.

Con estos mimbres Pedro edificó la Iglesia y, hete aquí que prohibió a curas y monjas tener relaciones sexuales, con lo que se complicaba lo de la descendencia. Eso sí, está claro que los curas son quienes más saben de la familia. Tan claro como que cuando tienen un apretón sexual los sacerdotes han sido impunes ante toqueteos a menores o a tener sobrinas. Por su parte, las monjas, o bien eran concebidas por palomas o abortaban clandestinamente. También podían mover la economía robando bebés y vendiéndolos al mejor postor.

Con estos sólidos principios, Gallardón prohíbe a las mujeres su derecho a decidir mientras el ministro del Interior asegura estar convencido de que Santa Teresa (que levitaba) “está siendo intercesora en estos tiempos recios”.

Gracias a Dios vivimos en un estado aconfesional.

jueves, 30 de enero de 2014

Agosto, familia y la violencia heredada


Es Agosto una película sobre la familia en la que sobresalen dos monstruos, tanto por su interpretación, como por la carga de los personajes que encarnan Meryl Streep y Julia Roberts. Refleja la película características de las familias: risa, apoyo, destrucción, secretos inconfesables… Todo ello en el entorno asfixiante, desértico, de carreteras interminables, de esa América profunda que pocas veces relacionamos con Estados Unidos, ese país ganador.

Refleja también Agosto una violencia heredada de generación en generación. Esa huella que deja la violencia y que hace insoportables a las personas: ataques de ira, ataques de cólera y la sinrazón. Una violencia que impide que afloren sentimientos de verdadero amor, personas que no saben querer: “Te quiero pero eres insoportable”, le espeta el marido del personaje interpretado por Julia Roberts en proceso de divorcio.

La única salida de un entorno tan hostil es escapar, pero es imposible escapar con ese lastre. Escapar es un espejismo.

Sin presentarnos un matriarcado, tan nefasto como el patriarcado, la voz cantante la llevan las mujeres. Sólo cuatro personajes masculinos, buenos tipos salvo uno, que lleva tres divorcios a sus espaldas. La cinta es una adaptación de una obra de teatro que anduvo también en Madrid y, aunque dura, arranca risas en algunas escenas, quizá risas nerviosas y llenas de tensión.

Director: John Wells
Guión: Tracy Letts (Obra: Tracy Letts)
Reparto: Meryl Streep, Julia Roberts, Ewan McGregor, Chris Cooper, Abigail Breslin, Benedict Cumberbatch, Juliette Lewis, Margo Martindale, Dermot Mulroney, Sam Shepard, Misty Upham, Julianne Nicholson
País: Estados Unidos


jueves, 23 de enero de 2014

La mina, el penitente y Las Indias Negras (2)


En la anterior entrada explicaba cómo surgió mi interés por la figura de los penitentes, ese oficio minero cuyo objetivo era localizar grisú en las entrañas de la tierra. Ese oficio fronterizo con la muerte. Y mirando, buscando y remirando, todo me llevaba a una novela de Julio Verne: Las Indias negras. El nombre de Indias negras se lo dieron los ingleses a sus minas, enormes producciones que eran como otras colonias de ultramar. En realidad, unas colonias que dieron más riqueza al Reino Unido que las orientales.

Evidentemente esta novela de Verne no es de primera división, pero yo me lo pasé pip
a leyendo. Hay misterio, aventuras, suspense, amor, divulgación científica, incluso reflexiones sobre el ser humano. Con Verne viajamos a un mundo de paisajes y aventuras sin movernos del sofá. También en Las indias negras.

A pesar de ello, echo un vistazo a lo que de esta novela cuenta el periodista y autor de grandes biografías,  Herbert Lottman. Cuenta Lottman que 1877 fue un año prolífico para Verne y su editor Hetzel. Es el año de esta novela y de otra más conocida, Un héroe de quince años, que luego sería Un capitán de quince años. Con tanta producción resultaba habitual que el editor retocara los manuscritos del autor para que fueran más comerciales. El editor le confesaría a su hijo y socio sobre Las indias negras: “Los tres últimos capítulos estaban muy poco elaborados. Me han dado mucho trabajo porque no tenían una forma que permitiese añadirles suficiente cantidad de lo que les faltaba”. Opinaba que con su intervención el libro se venderá mejor, pues le ha injertado “un poco más de sangre, de carne y de sentimientos”. Con todo, no se hacía demasiadas ilusiones: “Va a ser un libro del montón; no del montón de los buenos, sino de los malos”. Pero el libro fue del agrado de Le Temps, que comenzó a publicarlo por entregas el 28 de marzo de 1877.

En sus primeras páginas queda patente ese sentimiento tan especial que tienen las personas que conviven en el trabajo de la mina: “No olvidéis que hemos vivido mucho tiempo juntos, y que entre los mineros de Aberfoyle es un deber el ayudarse mutuamente. Vuestros antiguos jefes no lo olvidarán nunca. Los que trabajan juntos no pueden mirarse como extraños…”, proclamaba James Starr, el ingeniero de la mina al despedirse, cuando todo indicaba que no había más carbón que extraer. Independientemente del tiempo, de la distancia geográfica y las traducciones me llama la atención algo que destaqué cuando bajé a una mina: el uso de la palabra “camarada”.

La cuestión es que años después de que se diese por agotada la mina, un grupo de cabezotas mineros: Simon, el que fuera capataz; Harry, su hijo y James Starr emprenden la búsqueda de nuevas vetas porque existen sospechas de existen… El capataz y su hijo viven en el interior de la mina junto a la esposa y madre, Margaret. Viven resguardados de las inclemencias del tiempo y de los humanos, pero hay más gentes deambulando por la abandonada explotación: Helen y Silfax, el malvado “penitente”. El bragado capataz da la primera definición del penitente:

“Efectivamente, señor Starr, es usted demasiado joven, a pesar de sus cincuenta y cinco años, para haberlo visto. Pero yo, con diez años más que usted, pude ver funcionar al último penitente de la mina. Se le llamaba así porque llevaba un largo hábito de fraile. Su verdadero nombre era fireman, hombre de fuego. En aquella época no había otro medio de destruir el gas mortífero que descomponiéndolo por medio de pequeñas explosiones, antes de que su ligereza lo condensase en grandes cantidades en lo alto de las galerías. He aquí por qué el penitente, con el rostro enmascarado, la cabeza envuelta con un capuchón y el cuerpo envuelto en su sayal, iba arrastrándose por el suelo. Respiraba en las capas inferiores, cuyo aire es puro, y en la mano derecha llevaba, elevándola por  encima de su cabeza, una antorcha encendida. Cuando el carburo se encontraba mezclado con el aire formando una mezcla detonante, se producía la explosión, que no causaba el menor estrago, y repitiendo varias veces esta operación, se conseguía evitar las catástrofes. Alguna vez, el penitente, herido por la explosión, moría. Otro lo reemplazaba. Así se hacía hasta que la lámpara de Davy fue adoptada en todas las minas”.

Además de la figura especialmente importante del penitente, Verne nos recuerda las espantosas condiciones de trabajo de los mineros en la Escocia del siglo XVIII, que tratados como esclavos a punto estuvieron de sublevarse veinte mil en Newcastle durante la guerra del Pretendiente.

Y entre excursiones mineras y citas vernianas de Walter Scott surge el amor y alguna reflexión: ¿es mejor vivir encerrados en un agujero, en un abismo sin miedos, o hay que salir al exterior aunque haga mal tiempo, respirar aire y enfrentarnos a la vida y los cambios?


En definitiva, una breve novela, interesante e imprescindible para investigar sobre la minería y la extraña figura del penitente. Una novela que en su día fue adaptada para la televisión francesa. Aquí os dejo este hallazgo. Si leéis la novela y no sabeis francés entenderéis lo que ocurre:

miércoles, 22 de enero de 2014

La mina, el penitente y Las Indias Negras (1)


Escultura de "El penitente" en la ETSI de Madrid

Como somos flojos de memoria, con estas líneas vengo a recordar el accidente minero que el pasado 28 de octubre se llevó por delante la vida de seis mineros leoneses por un escape de gas. Somos capaces de explorar el espacio y organizar una Estación Espacial Internacional, pero sigue habiendo muertes en la mina por escapes de gas. Algunos, no tan lejanos, terribles. A raíz de aquel accidente, llamativo por la falta de seguridad ante el grisú, una abogada amiga me comentó que su padre, don Jesús, quien durante un tiempo fue ingeniero de minas, le comentó sobre la figura de “el penitente”. Un pseudo oficio tan trágico como rodeado de leyendas. Su objetivo: localizar el grisú. Al límite. Flirteando con la muerte.

Ni idea. Yo no tenía ni idea de que hubiera existido la figura del penitente. La información oral de la abogada hizo que rebuscáramos en internet. Y empezaron a aparecer informaciones. Resulta que en la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Madrid había una escultura que representaba a un penitente. La escultura estuvo a la intemperie durante años y ahora reposa en la balda de un laboratorio según explica Patricia Gil en la revista Infominas en un clarificador reportaje.

En él cita al escritor asturiano Ánxel Nava, quien escribe en primera persona sobre esta figura tan desconocida : “Soy el penitente, un fantasma, una sombra en el resplandor negro que pasa como ánima en pena, tapado con una capucha, las vestiduras empapadas en agua, porto un palo y una estopa en busca del grisú. Siento los ruidos sordos de la mina, las goteras del agua, los ecos de mis propios pasos. Mi penuria de andar toda mi vida a tientas a través de la luz. Mejor que esta soledad sería ir por las galerías con un pájaro, un canario que cuando muere en su jaula avisa del gas. Me prestaría sentirlo cantar entre la música de las piedras. Pero es igual, jilguero, mi niño, el metano no perdona. Una explosión y adiós, se acabó la pena del penitente.”

Desconozco si para llegar a este reportaje de Infominas previamente se pasó por el blog de Alberto Vilela Campo, quien criticaba que esa escultura de El penitente se encontrara en una balda, al tiempo que daba unas pinceladas, más o menos documentadas sobre la historia de los penitentes. Vilela Campo es un importante coleccionista de lámparas de minería, autor de varios libros y un blog, Luces en las minas. Y en este rebuscar me topé con El blog de Acebedo, un mierense hasta la médula que también hablaba del asunto y citaba a su paisano Alberto Vilela. 

En lo que todo el mundo coincide es en que es en una novela de Julio Verne donde se hace una referencia explícita a un penitente: Las Indias negras. En casa tengo un “Rincón Julio Verne”, con todas sus obras, alguna edición curiosa y algunos estudios sobre el autor. Así que fui allí y en una sentada me leí esta novela que en su día fue publicada como un folletín.

En mi opinión, la novela es trepidante y Silfax, un penitente, es el verdadero protagonista. Sobre la novela cuento en la próxima entrada, que esto está quedando muy largo. Sólo decir que la existencia del penitente está demostrada en Inglaterra y parece que en Francia, donde Emilio Zola se ocupó de ellos en Germinal. En esta impresionante obra escribe que en la mina trabajaban los llamados penitentes blancos, cubiertos con sábanas mojadas, quienes se adentraban en la mina portando antorchas para quemar el grisú que a veces se había acumulado en el techo de las galerías.

martes, 21 de enero de 2014

Blue Jasmine. el dinero no puede con todo


Es cierto que no me gusta leer críticas antes de ver una peli. En esta ocasión tampoco he leído nada, pero sí he oído opiniones para todos los gustos. Y a mí la película me ha gustado, no creo que sea una obra de arte, pero me ha gustado. Y me ha gustado especialmente la interpretación de Cate Blanchett (Jasmine). Nos cuenta, creo yo, Woody Allen, la historia de una mujer. Una mujer especialmente complicada por excesiva, por vivir en un desbordado y artificial mundo de parecer. Un mundo falso, tan falso que no sabe salir de él cuando sufre un tsunami de realidad. Y no es la única...

Y la realidad es, de repente, encontrarse arruinada tras una vida de lujo, riqueza y glamur. Es encontrarse arruinada y viviendo con una hermana tirando a choni en un entorno de trabajo, digno pero no cualificado. Es de repente no abrirse paso en la vida por no tener formación, ni estudios, ni hábito de trabajo. Es, de repente caer en la cuenta de que has sido una prostituta de lujo con un solo cliente: tu marido.

Jasmine es una persona fría a pesar de su sonrisa social que por el bien vivir mira para otro lado ante las tropelías de su marido. Como le dicen, es “capaz de borrar todo de un plumazo” porque no sabe lo que es amar, ni lo que es querer. No sabe relacionarse, no sabe que en las relaciones, en cualquier relación, hay derecho y deberes, no derecho “sobre” nadie, sino “derecho a”. Ella es egoísmo, revestirse de personalidades falsas y enlazar mentiras. Es una persona tóxica que envenena a todo su círculo, pero…, es digna de lástima. No sabe vivir. No sabe desenvolverse más allá de la seducción interesada.

Es Blue Jasmine una peli de infidelidades, cobardías y de amores falsos y en el que el poder del dinero se enfrenta a la honestidad de una clase trabajadora entre choni, machirula, inculta, pero feliz con lo que tiene. Y que siendo de Allen no podía prescindir de ataques de ansiedad, miedos, locura, ansiolíticos, antidepresivos mezclados con alcohol.

Leyendo La inutilidad de lo inútil. Manifiesto, de Nuccio Ordine he relacionado unos párrafos con la peli: “…  todo tiene un precio. Pero no el conocimiento”… “… sin grandes motivaciones interiores, el más prestigioso título adquirido con dinero no nos aportará ningún conocimiento verdadero ni propiciará ninguna auténtica metamorfosis del espíritu”.

Y aquí os dejo el dejo tráiler. Doblado.




País: Estados Unidos
Director: Woody Allen
Guión: Woody Allen
Reparto: Cate Blanchett, Alec Baldwin, Sally Hawkins, Bobby Cannavale, Peter Sarsgaard, Louis C.K., Michael Stuhlbarg, Andrew Dice Clay, Max Casella, Tammy Blanchard, Alden Ehrenreich